sábado, noviembre 08, 2008

Como dice Michael M:. Lo importante es lo de adentro.

“Mira la escencia, no las apariencias”

-Cuanta ideología autoproclamada no superficial

incluye el estuche y a Aterciopelados.

(baterías se venden por separado)


Al llegar a la última fiesta de derecho, entre codazos y el aliento alcohólico de los conocidos (aunque no solo el aliento), como fiel creyente del libre mercado que soy, me hice en el tumulto de la entrada que al parecer era más eficiente. Una niña menuda, de voz chillona y pinta de viernes me reprochó mi permanencia en la fila, señalándome que era exclusiva para estudiantes de décimo y profesores… “osea VIP”. Al explicarle mi teoría de la eficiencia al escoger modo de acceso dijo que iba a ver por qué “el gordo de la otra puerta” no dejaba entrar a nadie. Salió empujando y volvió a los pocos minutos para reclamarme qué: (cito con gusto y algo de nausea) “Que tú estés en esta fila es un insulto para el derecho”, yo no entendí, mi cara debió decirlo porque agregó “tienes que dejarte requisar como todo el mundo y hacer la fila larga”. Mis recuerdos pararon ahí, cante el himno de Santander de la rabia que tenía, y para evitar que mi sangre hirviera hasta matarme, regalé la boleta y me fui a mi casa sin fiesta.



La citada incurrió en un error argumental que hasta hoy me ofende, la fila y la fiesta son lo de menos; Pero no puedo evitar llorar por haber conocido una abogada javeriana que confunda los elementos accidentales con los esenciales, la apariencia con la esencia, es decir, el Derecho Procesal con el Derecho. Ese de mayúscula mayúscula (sic) Corazón Hartiano y todas las frases que se me ocurrirían si reviso mis apuntes de Teoría del Derecho (a fondo). Excusaría a un externadista si lo hiciera, porque no de forma gratuita su erudito decano, deidad doctrinal del sinónimo jurídico, era ministro de justicia cuando el código de procedimiento civil fue sancionado en agosto del 70’.El nuestro, quizás un titán doctrinal del sinónimo jurídico, jurisprudencial, doctrinal y cotidiano, está a cargo de una facultad que a mi parecer presta tanta atención al uso riguroso de los conceptos básicos del derecho, que si no fuera así, las breves y valiosísimas clases del Dr. Barrera serían inútiles. Que me perdone San Pedro, Mestre Beato y el resto de religiosos del Derecho procesal de la facultad, pero el Proceso jurídico podría ofrecerse como una técnica en un instituto nocturno semi-semestralizado, “prácticamente gratis” (como ofrecen algunos) y el Derecho como tal, y su aplicación no variarían en lo más mínimo al delegar segmento. “Lo importante no es la flecha sino el indio”, así como el tráfico sin semáforos seguiría siendo caótico a causa de los indios al volante. El Derecho Procesal no es más que la receta de cocina, no la abuelita detrás de las galletas. Si el Derecho fuera matemáticas sería la aritmética básica, y la Corte Constitucional hablaría en términos de Cálculo diferencial y las teorías de Vidal serían tildadas por algunos como números irracionales, sin caer en cuenta que estos son imprescindibles para cualquier operación avanzada. La verdadera orfebrería del Derecho es el peso de los argumentos, de los conceptos y el peso (hipotético) de quien los esgrime. Por eso “Que digas eso, es un verdadero insulto para el Derecho”- habría podido responder esa noche. No lo hice. Por decencia. Porque en el momento no se me ocurrió. Y, porque pelear con un borracho sólo empeora el guayabo.