jueves, octubre 06, 2011

Cien años para re-escribir la Historia

En cien años, cuando la historia esté reservada para filántropos desparchados que escarbarán entre el cúmulo inmanejable de información inútil que nos dio Internet; ¿qué podrán decirnos del actual país del sagrado corazón? Mirando para atrás, podrían encontrar la receta perfecta para fundar una nueva religión.


Porque es así que comienzan la religiones, con una cruzada en contra del mesías y sus fieles, perseguidos e instigados por el gran Otro que se niega aceptar la Buena Nueva. Quizás estamos presenciando el amanecer de los altares, altares tan dignos como los que tiene San Ernesto de la Higuera en Bolivia o que congregan a los Maradonianos. Más acertado no pudo ser el ex presidente Uribe, eterno mesías de esta historia, en catalogar a su séquito como un grupo de Buenos Muchachos, que para cualquiera con imaginación, eso de sentir a Bernardo Moreno como Joe Pesci en una de Scorsese, lleva una carga emocional explícita: son fieles seguidores (por lealtad o por miedo).


Hoy todo se derrumba, para así hacer las bases del dogma más fuertes; todos serán mártires de las causas huevísticas, porque, Huevística-Trinidad incluida, desde la lejanía histórica tendrán todos los requisitos para ser eficientes como devoción, aunque no esté claro el rumbo y de pronto deban cambiar la ficha técnica o la muestra para llegar al resultado esperado.


Nos tildarán de herejes, claro, pero con excusa, porque a veces la proximidad pixela la bondad y nubla los errores; aunque ¿no fue la hija de Stalin la que lo recordaba como un padre amoroso y la mamá de Pablo Escobar como un hijo ejemplar? Son casos distintos, dirán, siempre lo son.


Miremos cien años o más atrás como ejercicio. De Rafael Núñez y su re-refundación patriótica tenemos lo que nos enseñaron estandarizado, carente de contexto, ya ni en los billetes está y pareciera que sólo nos dejó el Himno Nacional. Porque, pensándolo bien, si Tomás Cipriano de Mosquera es reconocido principalmente porque tenía mandíbula de madera, el reciente doble ex presidente, a la luz de los futurísticos ciudadanos, criados en un sistema educativo similar, quizás sea recordado sólo por sus talentos thípicos (sic), porque tomaba gotas de valeriana para el mal genio y porque salaba, como Pelé, a cualquiera que consideraba un buen candidato para un título. La historia se lo agradecerá.

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