miércoles, abril 22, 2020

Dar clase hacia una pared

*Soy profesor de Teoría del Derecho en la Pontificia Universidad Javeriana.


Una vez más frente a la cámara para dar clase.
En realidad, se siente como estar frente a una pared.

Esta es la sexta ronda que nos sentamos a reunirnos desde lo no-presencial. La sensación es la misma. Una cátedra más, pero sin gente. Una clase sin público a la que asisten rectángulos negros marcados con las iniciales de los que están detrás de la pantalla.

Yo sé que los estudiantes están ahí.
Solo que no los veo.
No los oigo.

Los micrófonos están apagados por cordialidad, por supuesto; los cámaras, por pudor.
Eso lo entiendo.
Pero no cambia esta sensación extraña de estarle hablando a una pared.

Les pido a los estudiantes conectados que prendan su cámaras, que me presten sus caras —como para tener un interlocutor— y nada.


Hasta hace un mes, dar clase era en realidad una experiencia social. Eso para mí es más claro ahora. Aprender y enseñar, siempre ha sido un acto social. Sin más herramientas que nuestra voz, el aula de clase es un lugar de encuentro, que cuando se hace de manera honesta, permite un diálogo entre el profesor y sus estudiantes. Es un espacio para plantear preguntas, buscar respuestas posibles y para crear en comunidad.

Con las pantallas de por medio esa posibilidad se esconde.

No me malinterpreten. Entiendo que hay herramientas más allá de los discursos; que podemos poner mil tareas más, inventarse una dinámica, un reto viral de redes sociales, o bombardearlos con encuestas para verificar si siguen poniendo atención. Alternativas hay, pero no reemplazan la simple relación de escuchar, preguntar y discutir.

No reemplazan el componente social de una cátedra.
Difícilmente serán suficientes. Si mucho, nos dan una interacción en diferido.
Le da una voz a los estudiantes; pero es una voz prestada, creo.
Yo también fui estudiante, y sé que hay muchas formas de fingir que estamos aprendiendo.

En esta generación cada quién construye su personalidad digital editando sus defectos.
Y eso se los consentimos con las clases digitales.Por eso las cámaras están apagadas.

En el fondo, anulamos el espacio que les permitía a los estudiantes equivocarse. La presión de perfección es demasiado alta en digital. ¿Cómo corregimos los errores de concepto en un discurso si para empezar no le damos la oportunidad de ser imperfecto?

Es más, hay una cosa aún más difícil, y esta es mi prueba reina que la parte social de la cátedra se borra desde la virtualidad: El silencio ante un chiste flojo.

Como bien saben, los profesores somos reconocidos en el arte de hacer chistes flojos; y los estudiantes, son muy versados en el arte de responder, respetuosamente, con su risa.

De lo que no somos conscientes es que la risa es una mecanismo biológico que evolucionó para construir confianza. Para evidenciar la familiaridad de un grupo. Para darle cohesión.
Con la risa formamos lazos, nos reconocemos como parte del mismo clan. Afirmamos que hacemos parte de un equipo que busca el mismo objetivo.

Sin risa, somos desconocidos, no somos ni siquiera parte de la misma comunidad.

El problema es que esa manera de generar lazos de confianza al compartir una risa, ese proceso de reconocimiento del otro, es muy anterior a nosotros. Está codificado muy dentro en nuestro cerebro primitivo, en un espacio inconsciente y que precede nuestra historia.

Y ese espacio, además, tiene una antípoda: el miedo.

Si hacemos un chiste para un grupo y nadie ríe… nuestro instinto nos patea.
Nos grita que huyamos.
Señala en el inconsciente que no somos parte de ese grupo, y que esa tribu es hostil.
Nuestro cerebro primitivo nos está advirtiendo que no somos bienvenidos.

Ahora, ¿qué pasa cuando las risas son silenciadas por los micrófonos apagados?
Son risas como un árbol cayendo en medio de la selva sin que nadie lo oiga; de las que nadie se entera; y si no las oímos… ¿existen?

… y yo, su profesor, al otro lado de la pantalla, me petrifico.
Entro en pánico. El miedo me patea.
Quiero huir.
No es una respuesta racional. Lo sé. Precisamente por eso están complejo.
Es una respuesta involuntaria, en un lugar que no puedo entender del todo.

Mi pareja me dice que no debo pedirles disculpas por sentir miedo; pero si el entusiasmo no me alcanza para dar la misma clase: Perdón.
Adoro a mis estudiantes y dar clase es uno de los espacios que más aprecio de mi ejercicio profesional. Pero esto de darle clase a una pared es nuevo para mí.
Y si esa pared se siente hostil, es fatal.

Lo digo con aprecio y con cariño: Prendan sus cámaras.
Espero verlos pronto.
En las aulas.

lunes, marzo 14, 2016

Notas Mentales - Objetivo

Lo de las notas mentales está como una especie de diario personal anacrónico.

Ya nadie lleva diarios.

Ya nadie edita diarios.

Nadie debería leer diarios.


El ejercicio de escritura personal en línea termina siendo una manera de autor reconocimiento, con el placebo de sentir que el botón de publicar hará que tengas un público para que te lea.

Algo de razón tenía Anne Rice con eso de escribir y la inmortalidad.

"I want to be read. I want to be valued. That is perhaps the only shot at immortality a human being can have." 
–Anne Rice

viernes, marzo 11, 2016

Notas Mentales - Componer canciones y la abogacía

Cliché.

Rápidamente me di cuenta que a ningún músico le interesa saber que mis canciones fueron hechas por un abogado; y para los abogados no me hace mejor abogado hacer canciones.

Nos encanta —a los abogados— sentirnos útiles en otras disciplinas.

Rubén Blades no lo hace, no alardea de su “abogadez”.

Drexler no empieza el concierto recordándonos que es otorrino.

No se si hay algo de psicología en “Te Busco” de Victor Victor.

Pero a los abogados nos encanta.

Tenemos tan lavado el cerebro con a unidisciplinareidad, que considerar que atravesamos la árida frontera de lo legal para acercarnos a otro pensamiento nos hace mejores personas que si simplemente somos abogados.


Recalcar cuál es la disciplina principal en la que fuimos formados es una buena nota mental, pero un pésimo comunicado de prensa.

lunes, marzo 07, 2016

Notas Mentales - Neurosis y otras delicias

Cajitas. Esquemas. Tablas. La vida hecha cuadritos. No sueño, todo es negro en las noches.

He llegado al extremo de componer canciones en archivos de excel.

Ese es el punto medio.

Lograr atragantar la neurosis con un proceso creativo, con el
acto de crear.

Ahí se compensa. De la vida hecha cuadritos no queda sino el cansancio; de los espacios creativos el aire nuevo, "The Hum" del que habla Shonda Rhimes.

Los cuadritos los asumo. Me gustan. Es el esquema que aprendí a usar.

Lo naranja es el escape.
La posibilidad de crecer.
La posibilidad de crear.
La manera de salir de los cuadritos como quien colorea fuera de los bordes.

lunes, febrero 29, 2016

Notas Mentales - Asesoría tributaria personal

Después de trabajar en oficina de abogados dedicados a los impuestos la moraleja fue: el que paga muchos impuestos es porque no sabe de ellos.

Es un tema árido.
Es un tema horrible.
Es un laberito intrincado.
Cuando vi derecho tributario en la universidad aprobé por un milagro cósmico.

El problema es que son inescapables; y al final los que más importan son los personales… para proyectos grandes hay otro tipo de asesores.

Hay demasiados blogs al respecto pero nadie interesados en leerlos. Todos son escritos en lenguas que no parecen la nuestra.

Creo que el tiempo invertido en entenderlo nos quita un peso de encima. El ahorro no sé si valga la pena; pero al menos nos da el control y nos evita las sorpresas.

viernes, febrero 26, 2016

Notas Mentales - Multitasking

La cabeza tiene un lapso de atención de… de… de… ¿YouTube? ¿9gag? ¿Twitter?

Procrastinar como estilo de trabajo. Como ritmo de trabajo.

Ayuda mucho procrastinar con otros proyectos, hace que sea más productivo. O entre libros.

Qué más da.

Next.

viernes, febrero 05, 2016

Notas Mentales - Buenos y malos abogados

A mi me sigue dando pena decir que soy abogado; la mala fama precede la profesión.

Para graduarme escribí una tesis de grado en contra del estigma de la profesión —la palabrería— pero si tuviera que reescribirla la aproximación sería otra.

A los abogados les da pereza pensar.

A los malos abogado, corrijo, les da pereza pensar; y los hay de todas las estirpes, con todos los cartones y en todas las áreas.

El famoso Dr. No de todas las oficinas. Que nunca aporta, que  siempre tranca.

Las soluciones no se logran siempre —y más de uno llegará a sugerir algo que es imposible— pero el derecho es una herramienta para solucionar.

La respuesta no siempre es una demanda. 

La respuesta no siempre es no.

Las respuestas requieren de creatividad y técnica. De poder conectar la solución por un lugar que sea viable, así tome más tiempo llegar.


Según las calificaciones que he recibido, soy mejor profesor de derecho que alumno; y creo que me hace mejor abogado saber de más cosas que de solo derecho. Si un abogado no sabe más que derecho, sus aportes son pura palabrería.

lunes, febrero 01, 2016

Notas mentales - De derecho de entretenimiento más bien poco

Si por aquí llueve, por allá no escampa.

Uno creería que los grupos de teatro a nivel mundial la tienen clara frente a todo lo que tiene que ver con sus asuntos jurídicos.

Y no.

Son igual que nosotros.

Algunos asesorados, otros simplemente firman los contratos por fé.

La apuesta es mayor entonces. Desde este lugar sacar todos los fierros de derecho de entretenimiento a los que tenemos acceso, éste lugar debe ser el lugar a imitar y no el estándar de la fé. El tema es de claridad, como siempre, no un barullo jurídico, sino documentos de trabajo que reflejen la realidad de lo pactado.

Al menos en papel. Al menos en mi mente. Por eso vale una nota mental.

viernes, enero 29, 2016

Notas Mentales - Zen

Del empute solo queda el cansancio.

En realidad mi trabajo consiste en resolver chicharrones.

Para eso estamos, para ser el teflón de las quejas. Nada personal, así es.

Cuando lo entiendes logras acortar el tiempo de reacción entre el libreto que desencadena la furia incontenible y la racionalidad requerida.

No es culpa de tu equipo.
El proveedor no es mala gente.
El artista también está negociando.
No lo entienden porque la idea quedó mal plasmada en un cuadro.

Respirar.

Zen.


De tontos está lleno el mundo y la vida de clichés.

lunes, enero 25, 2016

Notas Mentales - Áreas de trabajo

Cada loro en su estaca. No es ni siquiera cuestión de reprimir el instinto asesino y sonreír por sonreír.

El tema es entender el engranaje.

Al parecer la quimera tiene un funcionamiento interno que parece un reloj.

Un reloj propenso a los chicharrones, a los retrasos, a los líos. A todos los líos.

Si cada uno hace lo que le compete en la misma dirección llegamos bien.


Siempre hay uno que hace más. Que excede sus responsabilidades. Que va más allá. 

Eso es bueno, solo si no está quitándole la estaca a alguien más en el camino.

viernes, enero 22, 2016

Notas Mentales - Un organigrama

El problema es quién manda a quién.

Nadie quiere estar en la base de la pirámide. Incluso, ya no todo tiene que ser una jerarquía vertical.

Nos fue mejor planeando por áreas. Primera pedazo de ponqué. Las grandes cosas de lo que hacemos.

Desde ahí sus necesidades.

Luego ver qué gente ya teníamos disponible.

Cruzar esa información.

Repetir. Dejar en remojo.

Repetir de nuevo.

¿Es mejor si se ve todo el mundo? ¿mejor si se ven solo las áreas de trabajo? ¿si el proceso se entiende? A todo sí, y a todo no. 

Que se entienda. Que de fé de lo que hacemos. Si todos se pueden ver en algún pedazo ya está. No necesita tener el nombre propio de nadie. Requiere poder leerse.

Un evento cultural de esta magnitud es igual que una empresa cualquiera; con una serie de objetivos, recursos y limitaciones.

Pero por el afán del incendio del día se priorizó la parte operativa; por su costo, por la cantidad de personas necesarias, por lo sensible que es su ejecución sobre el resultado final.

Buscamos darle la vuelta. "El contenido, es rey" —como diría Bill Gates— y en una empresa de contenido —cultural, creativa— es desde ese nodo que se debe empezar a construir la maraña. 

El contenido como prioridad, suena sencillo; pero hay muchos egos que cortar en el camino.


lunes, enero 18, 2016

Notas Mentales - Domar la quimera

El Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá es una quimera.

Posible de domar, espero.

Esta vez he estado desde el inicio, desde la planeación. Con más apuestas de las que cualquiera se arriesgaría.

Cuándo caí en el equipo del Festival (de aprox. 8 personas de base) el tema funcionaba, el trabajo fluía, pero había un par de mitos que desde ahí o desde afuera se pensaban:


  1. Porque siempre se ha hecho, así es mejor. Así sea anti técnico. Así no sea medible. Así nadie tenga claro por qué se hace. Siempre se ha hecho así.
  2. Todo el mundo "ama este Festival" e igual se lo chingan.


La idea apoyando la gerencia ha sido entonces plantear unos motos para el XV FITB:


  1. Métricas. Entre más midamos mejor. Obviamente saber para qué se mide, con qué se compara y por qué es relevante esa info. Si se ha hecho así siempre, bien, pero por qué debemos hacerlo igual, si hace 10 años nadie sabía qué era un iPhone.
  2. Volar sobre la selva. Distanciarse con frecuencia para ver la foto grande –como dirían los gringos–. Así, incluso, se logra eliminar algunos marcos de referencia que pueden ocasionar cegueras éticas (ver: "Unethical Decision Making in Organizations" de Guido Palazzo).
  3. Menos publicidad, más mercadeo. Ese chicharrón es gracias a Seth Godin. Mandar pauta sin mente en El Tiempo a un costo astronómico ya no vende tantas boletas como uno quisiera.
  4. Costos de transacción de información. La nube, Dropbox, Google Apps, todos muy bonitos, sí, pero no sirve de nada si todo el mundo tiene perfil de administrador de los documentos y modifica todo sin avisar. Todo el mundo debe poder acceder a la última información, para no duplicar trabajo, pero unos pocos deben poder modificarla —o responsabilizarse de ello—. No hay mucho tiempo para lograrlo, la cantidad disponible de recursos humanos es poca, si se dobla el trabajo no vamos a llegar nunca a terminar esto.
  5. Que los artistas sean unas divas no hace que esto deje de ser una empresa como cualquier otra. Particular, con sus bemoles, una quimera aparentemente indómita… pero nuestra al fin y al cabo.
De apoco.

lunes, enero 11, 2016

Notas Mentales - Prendiendo motores

La primera semana del año no se la aguanta nadie.

Es como prender el motor en primera y en bajada, sin batería, luego de empujarlo hasta la pendiente.

Con más resoluciones de fin de año que ganas de ir al gimnasio.

Pero termina siendo cuestión de actitud, ¿no?

Si hay energía para cocinar nuevas cosas, seguimos.

Los chistes los dejo para otro día.

miércoles, enero 06, 2016

Notas mentales - Múltiples proyectos

Dicen que el exceso es malo, que el que mucho abarca poco aprieta.
Pero hay algo extraño en el exceso de proyectos.

Puedes pensar mejor. Activar la mente en cosas que generan cosas, que llevan a ideas, que se aterrizan en resultados.

Tengo la cabeza en overdrive.

Este va a ser un gran año.

Por el momento el proyecto más grande es el XV Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá… y entre los proyectos: escribir notas mentales.

miércoles, junio 03, 2015

Un experimento inesperado



“Arte no es lo bello.
Arte no es la pintura.
Arte no es algo que cuelgas de la pared.
Arte es lo que hacemos cuando estamos verdaderamente vivos.”
– Seth Godin
(
The Icarus Deception: How High Will You Fly?, 2012)

En ese sentido, para mí dictar una clase es Arte (con mayúscula); es lo que hago cuando necesito sentir que estoy realmente vivo.
Este semestre puse a prueba esta afirmación con un reto inesperado.
Dictar dos salones de una asignatura que no había dado antes y, a mi juicio, sin el suficiente conocimiento teórico para soportarlo.
Fue una clase-performance.
Un espectáculo de una sola función.
Un arma que se iba a disparar una sola vez.
Luego de utilizar este programa, no habría necesidad de repetirlo, ni espacio para eso. Eso era liberador. Exoneraba de la presión del fracaso del estreno y no poder vender la segunda función; y a la vez, si salía victorioso cumpliría el dicho gringo de retirarse cuando estás en la cresta de la ola.
Un performance.
Desde atrás de la cabeza me reclamó un texto, que en mi pensamiento ya es canónico, en el que se afirmaba lo mismo sobre le derecho. No es más que un performance, un acto (Guardiola-Rivera, O., and C. Sandoval, 2002).
Algún día confesé en un consejo de profesores que mis alumnos eran mi objeto de estudio. Todos los presentes, claro, estudiosos de los procesos de descolonización, me miraron mal, como era de esperarse y me corrigieron en el error.

Son tus sujetos de estudio Santi… no son objetos—

Tener un programa de un solo disparo fue en la oportunidad perfecta para experimentar, con mis sujetos de estudio como protagonistas.

Por lo que formulé tres preguntas:
1.              La primera por una necesidad estética. ¿Cómo devolverle al derecho el acto de creación como un acto de su esencia?
2.              La segunda por una necesidad de mercado. ¿Cómo hacer que cada alumno aprenda algo diferente e igual cumplir con el objetivo del programa?
3.              La tercera para evidenciar la crueldad de la ciencia. ¿Cómo dar una clase donde la respuesta correcta no sea necesariamente las más fácil… y que a la vez la respuesta correcta no lo sea por mucho tiempo?

Mis antecesores, por si no sabían, habían dado esta clase desde muchas otras perspectivas. Enunciaré dos, que conocí de cerca.
Una duró el semestre entero definiendo en qué consistía un Evento (con mayúscula), como lugar histórico que se conoce y se analiza en retrospectiva, que es a su vez un problema de entendimiento entre H. Lindhal y A. Escobar.
Otra partía con una pregunta y terminaba con una afirmación. La pregunta era cursi, ¿creen el amor? y la afirmación era indescifrable: “El terrorismo es un regalo”.
La aproximación que propuse, se alejaba de estas dos, pero igual proponía iniciar el análisis de la teoría del derecho desde una orilla poco usual.
En el intento me encontré con cosas que son familiares. Caras de aburrimiento, mucho Whatsapp, afirmaciones hermosamente crueles como “Esta discusión no da ni para un tema de coctel”, entre otras cosas.
Aún así conté con un par de colaboradores; unos pocos que entendieron el objetivo y pese a las falencias discursivas le apostaron al método, por sus propios motivos.
Estimo que son algo más del 20% de ustedes… y tener un índice de aceptación mayor al del gobierno distrital actual debe servir de algo.
Necesidad estética
El acto de creación

El problema de las cátedras de derecho como las de esta casa de estudios es que están demasiado viciadas de temor reverencial.
Si pusieron atención en su clase de obligaciones (que lo dudo) el temor reverencial es un vicio del consentimiento; y aún así el modelo pedagógico replicado y aplaudido, tanto por los profesores como por sus estudiantes.
El temor (infundado) es venenoso para los procesos de creación.
El acto de creación requiere de una suerte de valentía para exteriorizarse. Lo primero era intentar un ambiente de clase cercano a la complicidad, lejos del miedo y la reverencia —de horizontalidad… así me acusaran de tener complejo de Peter Pan. Un ambiento plagado de honestidad brutal, de cartas sobre la mesa, de pre-juzgamientos mutuos pero de intención de buscar respuestas… o de formar más preguntas. Un ambiente de respeto (con algo de respuestas pasivo-agresivas por el uso innecesario de sus celulares y miradas de indignación).
Pero el reto era crear.
En la “Ilusión de Ícaro” de Seth Godin (2012), se recuenta el mito, donde Dédalo le dice a Ícaro que no debe volar tan alto porque el sol derretirá la cera con la que están pegadas las plumas de sus alas, y que no vuele tan bajo porque se lo come el mar.
El derecho es algo similar, la búsqueda de ese equilibrio perpetuo, ser Ícaro, el justo medio… el medio atemperado.
Pero Godin sostiene en su libro que nos tomamos demasiado en serio eso de no volar tan alto para que el sol no derrita nuestras alas, y a la vez olvidamos la segunda parte de la advertencia: no volar tan bajo.
En la pedagogía usualmente se cae en ese problema. Volar demasiado bajo. Exigir poco, no hacer pensar tanto. Creer que todo requiere de un estudio detallado de la época en la que todo sucedió acompañada de la biografía canónica de sus protagonistas.
Para salir de eso, es necesario apostar por crear.
Crear es imperativo, y vienen a mi memoria las palabras que le escuché a Nicolás Montero hablando del Festival Estudiantil de Teatro de Bogotá, que creo que son pertinentes sobre el acto de crear:

“Una experiencia casi salvaje fue la clausura del Festival Estudiantil de Teatro de Bogotá pasado. Fue en el Gimnasio Moderno, y era tal la gritería que había, que uno podía menos que sentirse completamente sobrecogido por toda esa energía, toda es fuerza dispuesta a la creación. Yo salí terriblemente agradecido de ver que esto era posible, que todavía sigue siendo posible que el teatro convoque tanta creación, tanta emoción, tanta juventud… y quedé rayado por eso.
Ya llevo mucho tiempo en este oficio, y reencontrarme con tanta emoción fue realmente conmovedor. Y me puse a pensar qué eso es lo que habita la creación ¿cierto? eso es lo que habita el hecho de que uno se sienta verdaderamente creando algo, donde la emoción y lo que uno piensa se vuelven una sola cosa y se mediatizan a través una obra de teatro. Entonces, sentir toda esa emoción, es acercarse a algo muy parecido a lo que llamamos esperanza, a lo que llamamos futuro, a lo que llamamos posibilidad, a lo que llamamos, si ustedes quieren, país.
Entonces este es un festival que quizás sea el más ambicioso de todos, porque le apuesta justamente a eso, a que cuando la emoción y el conocimiento se unen, y se vuelven creación; se vuelve la manera más noble, la manera más optimista de acercarnos a nuestras realidades; y eso yo lo sentí en el último festival y en esa clausura y espero que en este festival se vuelva a reproducir.
Porque estamos ante un mundo que está en crisis, y solo el hombre que es capaz de crear, solo ese hombre puede asumir su relación con el mundo en términos de creación, es el que va a ser el que nos permita tener una concepción de futuro.
Así que, verlos a ustedes, como veíamos en esta imagen, con una escalera puede convertirse en cualquier cosa, con un vestuario puede convertirse en cualquier cosa, que lo que ustedes piensan y les gusta de las historias se vuelven real en el escenario, finalmente creo que de eso se trata y estoy seguro que todos los que estuvieron apoyando la creación en los colegios sintieron lo mismo: el compromiso real es con el hombre que es capaz de crear.
Y con esto quiero decir, además que ustedes con estudiantes tienen el derecho a crear, y no solo eso, tienen el derecho a exigir que su educación se vuelva creación. Tienen que exigirlo en todas partes, tienen que exigirlo en sus aulas de clase, tienen que exigirlo en sus familias, tienen que exigirlo en la calle, tienen que exigirlo como ciudadanos.
Estamos aquí para crear, para relacionarnos con el mundo de una manera en la que construyamos algo nuevo, algo significativo, algo que no nos avasalle, sino que permita liberarnos; y ustedes son la prueba de una parte fundamental de eso. Porque apostar a la creación es, a mi juicio, el oficio más digno que puede existir.” (Montero, 2014)

Si la idea era que yo creyera que ustedes son muy chiquitos para entender, para pensar o para que trajeran algo en la cabeza; les pido disculpas por tener demasiadas expectativas en ustedes.
Esto se hace desbaratando autores, profesores, colegas, se hace poniendo en tela de juicio el criterio de otros hasta probar que alguien finalmente tiene la razón.
Ahí perdurará la creación en el derecho.
Espero que sean tan críticos con sus demás profesores a como lo fueron conmigo.
Creo que eso es necesario, en ciertos casos y que a su vez que enseñar debe estar limitado hacia la gente que realmente es capaz de hacerlo con seriedad.
Nada más obsceno que un profesor de introducción en un programa de especialización diciendo cómo la escuela de los glosadores, glosaron el texto de las doce tabla y que por eso fue que Justiniano encargó la recopilación.
Lo viví… y la gente tomaba apuntes. La mayor irresponsabilidad.
Necesidad de mercado
¿Cómo hacer que cada uno aprenda algo diferente?

Una clase que vale la pena es la que genera más preguntas que respuestas; y si deja una duda latente hasta el próximo encuentro es aún mejor.
Colombia es un nido de abogados, parafraseando Ricardo Silva Romero (2012); y peor aún, un lugar donde todos los abogados saben lo mismo. Donde nos encanta que nuestra disciplina sólo sea capaz de escarbarse su propio ombligo y mirar con desdén a otras que pueden ser complementarias. Iría un paso más allá, solo se mira el ombligo y cree que en ese ombligo se encuentra todo el conocimiento necesario para entender las demás disciplinas existentes.
La primera apuesta era que todos se sintieran cómodos sabiendo algo diferente que los otros… y que eso igual les diera la misma nota.
Cada quien está a la altura de su propia mediocridad, y el trabajo duro se recompensa con el tiempo. Escuchando al otro, avanzando. Reconociendo los propios límites y retando los actuales.
Cada grupo, con sus textos y sus métodos, llegó a un algo que podríamos llamar interesante, vigente, relevante… y por eso mismo nadie debería hablar de esto en un coctel.
Más allá de su nota como recompensa creo que generamos una buena discusión, no en el sentido que uno de ustedes entendía un debate[1]. Sino como ese lugar en el que dos ideas se enfrentan hasta que sus interlocutores entienden la idea contraria… nadie dijo que debía ceder, nadie crea que se termina con el convencimiento irresoluto del otro. Por eso los abogados son insoportables, porque nos encanta amanecer discutiendo y no dejar de insistir hasta que no nos den la razón.

En esta búsqueda la clase tuvo varias etapas, crecimiento, euforia, meseta y declive. Lo que muestra que el desarrollo fue totalmente orgánico… y termina hoy de forma agónica.

El conocimiento, porque es de por si entrópico, nunca te da acceso por la misma puerta… así quieras.

Las posiciones  y el conocimiento hay que sustentarlo y la respuesta que el derecho necesita no está únicamente en leer dos códigos y aprenderse de memoria el número del decreto o la sentencia donde creen que está respuesta. La respuesta es integrar disciplinas, ahondar en los temas, preguntar, preguntarse. Si no encuentran un libro sobre eso, escríbanlo y seguro mucha gente querrá opinar que ellos son los que tienen la respuesta.
Crueldad de la ciencia

El mejor profesor que la televisión contemporánea a dado es Neil deGrasse Tyson; y claro, los hipsters dirán que nadie es mejor que Carl Sagan… pero síganme en esta.
En el re-make de Cosmos (2014) deGrasse Tyson pone sobre la mesa de manera sencilla las cinco reglas de la ciencia:
1.               Cuestionar la autoridad. Ninguna idea es correcta solo porque alguien lo dice, incluido yo. Piensa por ti mismo.
2.                Cuestiónate. No creas en algo solo porque quieres. Creer no hace que algo sea verdadero.
3.               Pon a prueba las ideas. Observación y experimentación. Si tu idea favorita falla bajo un experimento bien diseñado, la idea es errónea. Supéralo.
4.               Sigue la evidencia a donde quiera que esta lleve. Si no tienes evidencia reserva tu opinión.
5.               Recuerda que te puedes equivocar. Todos los científicos grandes se equivocaron en algo.
Saber que el conocimiento de la ciencia es cambiante es liberador.
Reconocer que el profesor es un ignorante es liberador. Socrático y sintomático; pero liberador. Al menos si reconoce sus límites y es honesto con eso.
Creo que el rol del profesor es de llevar la antorcha. De pararse en el borde del abismo y lanzarla al vació; y ser suficientemente convincente como para que alguien se aventure a lanzarse tras de ella. Su Arte es la de hacer preguntas, las pertinentes y las incómodas. Así se despierta el hambre propia de la duda, de la duda que carcome.
De la duda que lleva a crear.
Y la culebra se muerde la cola.
La ciencia es cruel porque invita a aceptar los hechos, y a la vez maravillosa porque busca dudar de todo para llegar a las respuestas.

Una apuesta por conocimientos diversos, por la creación (hasta en el derecho) es lo que puede hacer que vuelen lo suficientemente alto, para que Ícaro se pierda e intente seguir subiendo.

Por eso he insistido que el derecho debería integrar una o dos cosas del arte como disciplina y no solo lo conveniente de las ciencias.

El Arte, bien hecho, no le tiene miedo al sol.


PD:  Me niego a creer esta es la peor clase que han recibido hasta el momento; van en cuarto semestre, todavía tienen seis semestres para dejarse sorprender… me cuentan como les va viendo Derecho Tributario.


Bogotá D.C., Junio 3 de 2015




Referencias
"Unafraid of the dark." Cosmos: A Spacetime Odyssey. National Geographic Channel, Washington, D.C. 8 Jun. 2014. Televisión.
Godin, Seth. The Icarus Deception: How High Will You Fly?. Penguin, 2012.
Guardiola-Rivera, O., and C. Sandoval. "Un caballero inglés en la corte del gran Khan. En torno a los estudios sobre globalización y derecho de William Twining." Derecho y globalización (2002): 23-115.
Montero, Nicolás. "El oficio de crear." Instalación del II Festival Estudiantil de Teatro de Bogotá. Corporación Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. Sala Montefiori, Casa del Teatro Nacional. Bogotá 1 Oct. 2015. Conferencia.
Silva Romero, Ricardo. "Ojalá." El Tiempo 1 Mar. 2012, Opinión sec. Impreso.




[1] Una discusión moderada en la que cada parte traía preparada perfectamente su posición y podía sustentarla desde esa preparación.

lunes, abril 13, 2015

Tinderísticamente hablando

Mientras vuelve el Blog de Hoja Blanca (Reducción al Ab-zoordo)
… si es que vuelve (fingers crossed)


Una amiga encontró un sujeto que la descripción de su perfil decía “Sí, estoy casado y tengo un hijo. Tinder me causa curiosidad, y no me gusta quedarme con curiosidades.”

Man, la curiosidad mató al gato, pero todo bien.

El concepto celestino detrás del Tinderismo no es cosa nueva, las maneras alternativas de buscar pareja tienen todos los colores de la imaginación humana, desde la tía solterona recomendado a las hijas de sus amigas hasta buscoesposacolombiana.com. Pero esta red social —¿red social? Mis amigas la consideran una red social y me pegaré a esa definición— logra romper un par de barreras dentro de la cultura colombiana de salir a tomarse algo; al menos interesa a mujeres solteras, las cuales aceptan que desconocidos les hablen de nimiedades, sin que se requiera un contexto específico o interacción previa y sin perder el interés de inmediato… eso ya es mucho decir.

El Tinderismo logra ofrecer algo adicional, en medio del silencio, con una cierta comodidad estética, da una sensación de seguridad y emula un reality show a pequeña escala en el que el pretendiente elige quién está o no a la altura de sus estándares de belleza —o de hambre.

De a poco, hemos creado la necesidad de otra capa más de nuestra personalidad digital, en la que es necesario ya no solo es necesario proyectarse como alguien feliz en Facebook, alguien inteligente en Twitter, y con sentido de la perspectiva en Instagram, sino también atractivo en pocas fotos, para Tinder™.

Todo el mundo dice lo mismo, nadie está ahí porque realmente quiere, quiere ver esa vaina qué es, nadie está esperando encontrar el amor puro y verdadero, y al mismo tiempo todas las personas participan con ese discurso que creen que es un discurso de excepción. Para mi, así no saque nada real del Tinderismo en términos de relaciones sentimentales, al menos me quedan importantes preguntas por resolver:

  • ¿A cuántos kilómetros a la redonda debería uno buscar con quién reproducirse?
  • ¿El rango de edad importa como preferencia personal o de doble vía?
  • ¿Cuántas fotos con gafas oscuras debe ver uno para saber que todas son una mentira?
Todos mentimos, en una rumba o por Tinder. El juego de la conquista siempre ha sido el arte de las verdades a medias. Uno sabe que ninguna vive hiper-maquillada y de vestido largo, la vida no es en blanco y negro y que las gafas oscuras son la mejor manera de estandarizar los rasgos faciales de las personas en las fotos. Aún así apostamos. Uno apuesta por la foto súper producida, por la bonita, la buenona, la de media cara en la foto, la artística. Es un like que no requiere ninguna inversión, es un riesgo recíproco bajo el la premisa “capaz da algo”.

Es la versión de comida rápida de una cita a ciegas; en la que aún así, fallamos.

Usualmente, y en el mejor de los casos, le apostamos a un grado de alcohol para aplacar la cobardía y a un contexto de oportunidad preciso y escaso para empezar a interactuar. Esta es la alternativa light ¿por qué no?

“Capaz da algo.”

He tenido dos consultorías sobre cómo curar mi perfil de Tinder™ —ninguna con éxito, al parecer no soy muy bueno mercadeándome por medios digitales… supongo que eso habla bien de mi… en algún lugar del mundo— y las opiniones son diversas, como los gustos por las telas, que más sociable, que menos selfie, que más cosas que hablen algo de ti, que deje esa, sí, esa funciona, sí, no, bueno sí. Esa.

Una ciencia inexacta.

Creo que en el fondo es un ejercicio interesante, una herramienta más, un lugar en el que todo el mundo insiste que está por casualidad y donde se juzga a conocidos y desconocidos por igual; un rumbiadero más de esta ciudad. La reducción al absurdo de que la belleza entra por los ojos.

Aún así, al final del juego, es la interacción real la que dicta el éxito de la herramienta. Conozco historias de final feliz. He vivido algunas que preferiría olvidar. En algún momento se debe traspasar el silencio, la pantalla y concretar ese salir a tomarse algo… y lograr conectar lo suficiente para querer/lograr una segunda oportunidad.

Por el momento me dedicaré a ir a cumpleaños y que me presenten la amiga de una amiga en la sala de una casa. Comenzar conversaciones con desconocidas por escrito requiere de una destreza que desconozco, peco por trascendente y muchas veces me quedo corto después de un “Hola, ¿cómo vas?”

Será mejor así, en algún lugar del mundo.