miércoles, febrero 15, 2012

Volver a la realidad (televisada)


Publicado en Hoja Blanca

Foto por: mcpec.ecuador Algunos derechos reservados
Javier espera en la fila. Ya es un maestro en el arte de hacer la espera, con paciencia, en un gusano de humanoides en línea que persiguen un sueño. Además de esperar en los bancos y supermercados, Javier es experto en considerarse talentoso.

Acompañó a su hija mayor, Alina, a hacer la fila de las Popstars, y a su chiquita, Mariana, a cada una de las ediciones del Factor XS. Él, por su parte, un gran imitador de Armando Manzanero, abnegado amante de boleros, las ha hecho también a nombre propio, asistiendo con rigor a todas las cruzadas que se han hecho para buscar talento en este país de desmemorias. Aunque claro, no descarta que tenga otro tipo de habilidades, se presentó a actor, sobreviviente en una isla estratificada, probó de chef y de aprendiz de millonario.

Hoy, se para frente al pre-jurado, sin cámaras, para que lo juzguen, una vez más con la esperanza del rating, sus quince minutos de fama construidos a punta de segundos gritando al unísono el nombre del programa de turno, con amigos efímeros forjados por el entusiasmo de compartir una ilusión común; lo que queda son las horas que se acortan a la espera de un No.

Según Lauren Zalaznick la intención de lo que se transmite por la TV depende del contexto histórico en el que se produce. De ahí que el boom de los reality-shows se diera post 11 de septiembre, donde diferenciar quién está en tu equipo se hace crucial.

Pero, ¿y en Colombia?

Claro, la exaltación de la magia traquetística (sic), es solo una ficción… no refleja una variación en la receta imprecisa de mezclar mucho esfuerzo, habilidad, y algo de suerte. Hace que alimentemos la ilusión de saltarnos unos cuantos peldaños hacia la cima. Crisis e inseguridades, aquí hasta David Murcia tuvo su propia biografía televisada.

Los programas en franja no educativa enseñan a juzgar, nos empoderan para decidir quién es de mi agrado o debe ser condenado a la infamia, y curiosamente nos extraña la facilidad que tenemos para polarizarnos por nimiedades, tomar partido con rabia y sentido de pertenencia. Porque hasta Twitter/Facebook se considera un megáfono para hacer protesta, le da voz a todo el que la quiere en un mundo sordo de tantas arengas simultáneas e inútiles.

Para sentirse genio y subvalorado, The Big Bang Theory, en tiempos de crisis y austeridad, The Walking Dead, ¿no hay cubrimiento de salud? Tienes cuatrocientas series idénticas de médicos trabajando día y noche.

Para nosotros, más allá de las narconovelas, señores, Germán no era el man y aún así, calificarlo de ser una desgracia es una ficha más dentro de la realidad (no televisada) para la que tantos hacen fila en Transmilenio.

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